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Exceso de calma ante emergencia

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La resistencia gubernamental tiene al país al borde del colapso económico por las nulas acciones

CIUDAD DE MÉXICO .- Entre llamados a la calma, informes sanitarios, descalificaciones a sus críticos y algunos gazapos, el mensaje del presidente Andrés Manuel López Obrador es persistente: mantener la fase 1, evitar echar mano de reservas internacionales para resistir el desplome del peso o intervenir en la caída de los petroprecios y negar cualquier plan de beneficios fiscales o subsidios para paliar los efectos económicos de la pandemia.

Tras identificarse el 27 de febrero el primer caso en México de Covid-19, la enfermedad que provoca la cepa de coronavirus, no fue sino hasta el 9 de marzo cuando se inició la defensa de la política sanitaria sólo en fase o escenario 1 (manteniendo las actividades laborales), así como la recomendación al Banco de México de no intervenir en el desplome del peso; y se prolongó inclusive al cierre de esta edición, cuando se rebasaron los 25 pesos por dólar.

Fuera de la realidad

No obstante los llamados a la calma y la imposición de una agenda informativa presidencial —que pasó de promover el sorteo del avión presidencial a la presentación de una serie de proyectos de infraestructura conferidos mayoritariamente al Ejército—, en menos de 10 días los poderes Judicial y Legislativo, varios gobernadores —incluida la jefa de gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum—, empresas de todos los sectores y organismos civiles redujeron actividades y bajaron cortinas, aplicando medidas de suspensión similares a las de la fase o escenario 2, de emergencia.

El 17 de marzo la Suprema Corte de Justicia de la Nación fue la primera en anunciar la suspensión de sus funciones para el periodo comprendido entre el 18 de marzo y el 19 de abril. Aquel día, el Consejo de la Judicatura Federal anunció la misma medida y la suspensión de plazos procesales.

Le siguió la Cámara de Diputados, aunque al cierre de esta edición la de Senadores se mantenía igual que el Ejecutivo.

Desde el jueves 12, la primera institución educativa en anunciar suspensión de actividades presenciales y establecer un programa a distancia fue el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, medida aplicada el martes 17, fecha que finalmente siguió el sector educativo público ante la baja afluencia de escolares que debían continuar, de acuerdo con lo planeado en la estrategia sanitaria federal, hasta el viernes 20.

A partir del lunes 16 los anuncios de suspensión de actividades o reducción de éstas se presentaron también por los gobernadores, destacando los de Baja California, Chiapas, Jalisco, Quintana Roo y Nuevo León, este último por el anuncio de un alcalde de usar la fuerza pública para disuadir reuniones, algo que ya están planteando ayuntamientos en distintas entidades federativas.

Como había hecho desde el lunes 9, López Obrador llamó a la calma, pidió confianza en la implementación del plan de atención a la pandemia y, aunque la parálisis del país se había iniciado, él mantuvo su agenda de concentraciones masivas. El viernes 20 afirmó:

“Lo más importante: hay organización, hay mando, hay gobernabilidad en el país. Le digo a los mexicanos que tengan confianza, que no se dejen manipular, que cuando se necesite transmitirles algo lo voy a hacer yo, con toda claridad; que estén pendientes de lo que se diga (…) Que escuchen a su presidente, yo nunca los voy a engañar.”

Conflictos virales

Con las cifras en aumento, que pasaron del primer caso a más de 200 en 20 días, la preparación para la inminente fase 2 de atención se empezó a perfilar con la reunión de gabinete que, con opacidad, acordó una serie de medidas que se espera sean dadas a conocer el martes 24.

La conferencia de prensa matutina ha sido también el espacio para la rispidez política que se patenta aun frente al escenario de la pandemia y la crisis por el desplome del precio internacional del petróleo, que cerró la semana con el crudo mexicano en 15.78 dólares por barril (el peor desplome desde 1991) y con el peso depreciado al cierre de semana con el máximo histórico superior a 25.11 pesos por dólar en bancos y a 24.77 pesos por dólar en la Bolsa.

Aún no salía del aprieto por la ola violeta cuando, el lunes 9, día del paro, se inició el desplome de los petroprecios por un diferendo entre Rusia y Arabia Saudita en la Organización de Países Exportadores de Petróleo, así como por los impactos en las bolsas internacionales a consecuencia de la suspensión de actividades, cancelación de vuelos en distintas ciudades del mundo, dado el incremento de casos de Covid-19; un momento que fue punto de inflexión para que prácticamente todas sus apariciones públicas traten la pandemia.

También la pandemia renovó su habitual condena a sus opositores en cada una de sus expresiones públicas, tanto en defensa del plan sanitario ante las críticas por prolongar la fase 1, como por la falta de anuncios sobre la contención económica, más allá de su garantía de contar con presupuesto suficiente, infraestructura y personal médico, insumos y reservas internacionales. Sin ofrecer mayores detalles sobre las acciones que podrían anunciarse el martes 24 (excepto por la preparación de un Plan DN-III que implicaría despliegue militar).

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