CRISIS. Por primera vez desde el triunfo de la Revolución de 1959, el régimen castrista se ve obligado a devaluar su moneda para oxigenar su economía, asfixiada por la pandemia y las nuevas sanciones ordenadas por Trump. Pero el costo de eliminar el peso convertible será más inflación y más apetito por dólares
La realidad monetaria cubana en una playera: el peso y el dólar (el peso convertible no aparece porque en sus billetes aparecen monumentos, no héroes de la revolución).
Como en la década de los 90, tras la caída de la URSS, la economía cubana se encuentra de nuevo al borde del precipicio. Asfixiada por la falta de divisas procedentes de turistas -que dejaron de visitar la isla por la pandemia-, y por la brusca caída de las remesas, tras la nueva ofensiva de Donald Trump para ganarse el voto del exilio en Florida, que incluye el embargo de petróleo venezolano, el régimen comunista se encuentra con que sólo dispone de un arma para evitar el colapso total: la devaluación del peso.
El pasado 5 de octubre, el secretario cubano de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, soltó la bomba en cadena nacional, pero maquillada de eufemismos para no pronunciar las tres palabras malditas para el régimen castrista: devaluación, inflación, dolarización. En concreto, anunció que el presidente Miguel Díaz-Canel y los jerarcas del Partido Comunista acordaron acabar con el sistema monetario doble, eliminando el denominado CUC (peso cubano convertible), en circulación desde 1994 e intercambiable por dólares u otras divisas, para paliar el brutal golpe que supuso para las arcas del régimen castrista el colapso de la URSS.
Antes de fin de año.
No dio fechas, pero fuentes consultadas por “Financial Times”, aseguran que el peso convertible acabará antes de fin de año, mientras que el propio responsable de finanzas cubano dijo que, por cuestiones logísticas, ocurrirá un primero de mes, por lo que, la desaparición del peso convertible podría tener lugar el 1 de noviembre o el 1 de diciembre. (Es poco probable que el régimen se atreva a hacer tan arriesgada apuesta el 1 de enero de 2021, coincidiendo con el aniversario de la Revolución). En cualquier caso, habrá un periodo de gracia para que la población pueda cambiar los billetes convertibles por pesos, sin perder con el cambio.
La razón dada por el secretario de Economía para la desaparición del CUC es la que llevan alertando numerosos economistas desde hace años: que la doble monetización es tan compleja que dificulta la fiscalización de las empresas estatales, obstaculiza las exportaciones y fomenta la fuga de capitales. “La unificación monetaria y cambiaria significa que tendremos un tipo de cambio único que correlacione a este con la divisa extranjera”, declaró el secretario, mientras que el diario “Granma” escribía que “los cubanos necesitan un tipo de cambio más realista para poner fin a los cómodos subsidios a las empresas ineficientes y hacer que la economía sea competitiva”.
Lo que no dijo el vocero oficial del Partido Comunista de Cuba es lo que sì dijeron los medios cubanos en Miami y fue trending topic en las redes sociales: que un “tipo de cambio realista” equivale a una devaluación del peso que puede ser brutal, y si bien las exportaciones cubanas serán más competitivas, también será mucho más difícil importar, porque habrá que hacerlo en dólares. Y ahí les va la mala noticia: Cuba importa el 80 por ciento de los bienes que consume, por lo que la inflación se va a disparar.
Dolarizar o no dolarizar.
¿Y cómo se puede deshacer este nudo gordiano? Una de dos: o bien se cumple la solución menos realista y menos solidaria que propone el presidente Díaz Canel -”Tenemos que aprender a vivir con menos importaciones, promocionando el producto nacional”-; o bien se resigna a dolarizar el país, como ya hizo Venezuela -”La dolarización ha permitido que nuestra economía de resistencia contra el imperialismo respire. Antes la reprimía, ya no”-, declaró el presidente Nicolás Maduro en febrero de este año.
Pero el nuevo gobierno cubano no tiene la lengua tan suelta como sus “camaradas” venezolanos y todavía se resiste a aceptar la realidad, al menos sobre el papel. El miércoles de la semana pasada, “Granma” llevaba a titulares la siguiente declaración, hecha ese mismo 14 de octubre por el secretario de Economía: “Cuba no dolarizará su economía”. Sin embargo, en un ejercicio de confusión o de cinismo, aparecía perdido en el texto su siguiente declaración: “Por el arreciamiento del bloqueo, la falta de combustibles, y las afectaciones a los ingresos del turismo sin vuelos y sin cruceros”, la dolarización parcial será una medida “necesaria y no deseable”.
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