Tras varias inundaciones, El Chamizal pasó a territorio de EU lo que originó la última disputa limítrofe que tuvo el gobierno de estadounidense.
Agencias
EL PASO, Texas.- Entre el Puente de las Américas y la Bowie High School hay un pequeño pedazo de historia de la frontera. Este oasis de verdor que se encuentra junto a Paisano Drive fue escenario de un conflicto internacional, entre Estados Unidos y México, que duró un siglo.
Este año, el Monumento Conmemorativo de El Chamizal, como se llama al parque, celebra sus 50 años y se cumple el 53 aniversario de la Convención de El Chamizal que resolvió la última disputa limítrofe que ha tenido Estados Unidos.
Ahora que la frontera está en el candelero y figura prominentemente en las campañas presidenciales, la resolución de ese conflicto deja importantes enseñanzas.
“Nos recuerda que si trabajamos duro y seriamente, podemos resolver las cosas por la vía diplomática”, declaró el superintendente del monumento F. Gus Sánchez a El Paso Times. “Personas de diferentes países decían ‘esta tierra es nuestra’. Pero logramos resolver todo eso sin ir a la guerra y de una forma que resultó positiva para las dos naciones”.
El parque es conocido como el “parque de la paz” porque no se disparó un solo tiro y se pudo solucionar un conflicto que duró 100 años.
En 1848, el Tratado de Guadalupe-Hidalgo dispuso que el río Bravo sirviese como la frontera entre México y Texas, que acababa de incorporarse a Estados Unidos. Pero los ríos cambian de curso, según las corrientes y las inundaciones.
Un pedazo de tierra conocido como El Chamizal quedó del lado mexicano del río. Hasta que el río “se movió”. Hacia fines del siglo XIX, como producto de varias inundaciones, El Chamizal había cambiado de lado, y se encontraba del lado estadounidense de la “frontera”.
La familia García, propietaria de la tierra, acudió al gobierno mexicano a fines del 1800, diciendo que los estadounidenses consideraban que era ahora territorio suyo. La Comisión de Aguas y Límites Internacionales también tuvo que lidiar con el tema al tratar de establecer una línea divisoria en los puentes que unen El Paso (Texas) y Ciudad Juárez (Chihuahua).
De acuerdo con The Associated Press, recién en 1911 una comisión arbitral emitió un dictamen. Fernando Beltrán Puga, de México; Anson Mills, de Estados Unidos, y Eugene Lafleur, de Canadá, debatieron si el cambio del río había sido rápido o gradual. Según los acuerdos vigentes, un cambio lento implica que el límite cambia con el río; si es rápido, no.
Dos de los tres comisionados se pronunciaron a favor de mantener los viejos límites de antes de que cambiase de curso, tras llegar a la conclusión de que el cambio había sido rápido, mayormente tras la inundación de 1864. Estados Unidos rechazó el dictamen y hubo un estancamiento que duró 50 años.
El tema volvió a estar sobre el tapete durante la presidencia de John F. Kennedy. Con la Guerra Fría de trasfondo, Kennedy y su colega mexicano Adolfo López Mateos anunciaron que la resolución del conflicto era inminente. Tras el asesinato de Kennedy, su sucesor Lyndon B. Johnson abordó el asunto.
En 1964 se firmó la Convención de El Chamizal, que dio a México 177 hectáreas: 148 del Chamizal y 29 de la vecina isla de Córdova, que fue dividida en dos. Cada nación recibió 78 hectáreas.
El parque/monumento se encuentra en la isla de Córdova. Del otro lado del río, en Juárez, hay otro parque que conmemora la convención.
El acuerdo incluyó la construcción de una zanja que impida futuros cambios de cauce.
La Convención de El Chamizal “es importante porque, si bien hubo mucha angustia y conflicto, las dos naciones lo resolvieron sin llegar a un conflicto militar”, afirmó Sánchez.
Como resultado del acuerdo, cinco mil 600 residentes de El Paso que vivían en El Chamizal tuvieron que abandonar una tierra que pasó a pertenecer a México.
Dejaron sus casas, sus negocios, vecinos y amigos para radicarse en otras partes de El Paso, con un costo de vida mucho más alto que el del Chamizal, donde la incertidumbre en torno a la tierra hizo que se pagasen alquileres muy bajos.
El acuerdo internacional fue duro para los residentes, pero despejó el camino para la construcción de una carretera fronteriza, de complejos de viviendas y de un canal en el río Bravo, señaló Sánchez.
“Buena parte de lo que es este sector de El Paso hoy es consecuencia de la convención”, manifestó.
Una mañana reciente estudiantes recorrían el parque camino a la escuela secundaria Bowie High School. Mucha gente trotaba a lo largo de senderos entre los árboles. Una suave briza agitaba sus ramas.
A escasa distancia se producen grandes trancones de tráfico dos veces al día en el Puente de las Américas. Pero El Chamizal es un sitio tranquilo.
Fue uno de los primeros parques nacionales urbanos, autorizado en 1966, durante un período en el que se buscó proteger pequeños pedazos de tierra y centros históricos y culturales, expresó Sánchez, un texano que lleva 26 años trabajando en el Servicio de Parques Nacionales.
El Chamizal recibe unos 130 mil visitantes al año.
Incluye el sector que fuera la vieja frontera, un teatro, un museo y presentaciones culturales, según Sánchez, para quien El Chamizal representa el potencial de resolver complejos conflictos por la vía diplomática.
Hizo notar que fue una disputa por solo 200 hectáreas, pero que duró un siglo y se solucionó pacíficamente.
“Es un ejemplo que no debemos olvidar”, sostuvo.
La entrega
La entrega oficial se concretó el 25 de septiembre de 1964, la ceremonia se transmitió en vivo por radio y por televisión y ante corresponsales de todo el mundo, que dieron cuenta de la asistencia de más de 80 mil personas, mexicanos y estadounidenses.
Gritos de júbilo, vivas y banderas ondeando fueron el marco perfecto para recibir a un Adolfo López Mateos vestido de negro y a un Lyndon B. Johnson con traje azul marino y sombrero tejano, que deseaba ver convertido a El Chamizal “en un símbolo de que los problemas más agudos pueden ceder ante las armas de la paz”.
La ceremonia fue breve, en el patio de la escuela Bowie, situada en la zona fronteriza entre Ciudad Juárez y El Paso, Texas, donde se improvisó una tribuna y junto a ésta un mapa con el nuevo trazo de la frontera y un obelisco metálico con las placas conmemorativas sobre las que se escribió “Límite de la República Mexicana y Límite de los Estados Unidos” en español e inglés, respectivamente.
El ejecutivo estadounidense obsequió al primer mandatario de México una medalla de oro con la bandera de ambas naciones, por un lado, y los nombres de Lyndon B. Johnson y Adolfo López Mateos, así como la fecha de la devolución, por el otro.