La estadunidense estableció marca olímpica y mundial en la distancia en la que se ha convertido en el máximo referente
RÍO DE JANEIRO.- Katie Ledecky, aquella niña de cabellos rubios que entusiasmara al mundo en Londres 2012, se ha convertido en una máquina acuática que no se detiene. Ayer, la estrella de la natación estadunidense no sólo se llevó el oro en la prueba de los 400 metros estilo libre. La sirena de Stanford borró a las demás finalistas de la piscina carioca y despedazó su propio récord mundial.
La jovencita de 19 años y plusmarquista en los 400, 800 y mil 500 metros, dejó la marca en 3:56.46 minutos, sacando más de un cuerpo sobre su sombra. Aniquila su propia marca, que impuso hace dos años de 3:58.37 minutos, impuesta el 9 de agosto de 2014.
Por si fuera poco, la nadadora de 1.83 metros de estatura y enormes extremidades acabó con el mito de la legendaria Janet Evans, quien mantenía el récord mundial en Juegos Olímpicos desde hace 28 años, cuando electrizó las aguas de Seúl 88.
La británica Jazz Carlin y la también estadunidense Leah Smith alcanzaron subirse al podio, con la plata y bronce respectivamente. Sin embargo, sus rostros acusaron cierta amargura al quedar muy atrás de una reina joven que pretende convertirse en la versión femenina del tiburón llamado Michael Phelps. Al tiempo.
La afición, que esperó casi hasta la media noche en el Estadio Acuático de Río 2016, no salió defraudada, pues la de ayer fue una noche llena de récords y de depredadores bajo el agua. Y precisamente una de las figuras esperadas fue la sonriente Katie, quien en la serie de eliminatoria rompió el récord olímpico, dejando el desafío en 3:58.71 minutos, que por la noche despedazó con sus poderosas brazadas que la llevan cada vez más cerca al sitio donde están las leyendas.