Eduardo Izar Robles /Opinión
Ella, según la imagen que publicamos, es el símbolo de la patria. En la carátula del libro de texto gratuito sustituyeron al personaje que tradicionalmente aparecía en ella: Victoria Dornelas, a la que González Camarena pintó como el ideal de la mujer mexicana: ojos profundos, cabello azabache, piel morena, bien formada, un tanto corpulenta, segura de sí misma, majestuosa. La Gordillo viene a sustituir a la Dornelas y se dice que a esta González Camarena la conoció en una cantina y que a la Gordillo, Carlos Jonguitud la encontró en las aulas de una escuela, donde sacrificó los primeros años de su vida dedicada a educar a la niñez mexicana. Se cuenta que cuando Carlos Jonguitud vio por primera vez a Elba Esther Gordillo preguntó por ella y dijo: “¿quién es esa flaca?, ¡tráiganmela!”. Así inició su carrera de líder sindical, y es por eso que es la representante de México en la portada de libro de texto gratuito del primer año, libro que contiene, según el photoshop que publicamos, hasta clases de cinismo, en lugar de civismo.
Ella se convirtió en líder magisterial, vitalicia, al igual que su protector Carlos Jonguitud. Todopoderosa, ponía presidentes y evitaba que sus enemigos encumbraran. Ella le dijo al gobernador de Tamaulipas que había de pintarse de azul para favorecer al PAN, no obstante de pertenecer al PRI donde era secretaria general. Ella se opuso a la candidatura de Carlos Madrazo a la presidencia de la República y con una sola lapidaria frase: “¿tú le crees a Madrazo?, ¡yo tampoco!” lo mandó al tercer lugar en la contienda electoral. Ella ayudó a López Obrador desde la cárcel, a través de su yerno y de su nieto, para que ganara la elección presidencial.
Ella se quedó con 1980 millones de pesos de los fondos sindicales sin que nadie la acusara. Ella entró a la cárcel 5 años y medio pero casi la totalidad de ese tiempo se lo pasó en instituciones hospitalarias o en reclusión domiciliaria.
Ella salió de la cárcel el mismo día en que designaron a López Obrador presidente electo de México. Ella salió brava y retadora y dijo: “soy inocente, estoy libre y la reforma educativa se derrumbó”.
Ella no es inocente, resultó absuelta por razones de carácter procesal, por fallas en el debido proceso, pues si bien es cierto se embolsó casi dos mil millones de pesos del sindicato y los dilapidó en casas, yates, aviones, viajes, joyas, vestidos, perfumes, cirugías estéticas, etc, etc. Los sindicalizados dueños de ese dinero, nunca dijeron nada en su contra, de manera tal de que si lavó dinero o evadió impuestos, la falta de acusación por parte del sindicato y la obtención de pruebas por parte de Hacienda de manera ilegal, no la afectaban, y por esa razón la pusieron en libertad.
La ineficacia de la Procuraduría General de la República. La resolución dictada por el Tribunal Colegiado el mismo día en que López Obrador fue declarado presidente electo hacen pensar que Peña la metió y que Peña la sacó. Peña Nieto estaba advertido por parte de López Obrador de que no fuera a “desamarrar el tigre” y Peña Nieto con humor macabro, no le soltó al tigre, le soltó a la tigra.
Ella se justifica diciendo que su abuela le heredó un dinero. Carlos Jonguitud, que ya no la quería como cuando la conoció, dijo: “la conocí en la más espantosa de las miserias, no es cierto que su abuela le haya dado 10 millones de pesos.
Ella llegó a ser la mujer más poderosa de América Latina, manejaba el sindicato más grande del continente, impuso su voluntad en la política nacional, fue del PRI, ayudó al PAN y formó el Partido Nueva Alianza.
Ella es porciúncula, síntesis y análisis de la política mexicana; en ella se concentran todas las manías o defectos de la política mexicana: tiene una crisolada falta de honradez, es antidemocrática, no respeta leyes ni instituciones. Rebasa las reglas de la mapachería y hace que los políticos sean cochinos como los cerdos y arrastrados como las víboras.