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La rebelión de las ‘pequeñas’ empresas Pasa México de una democracia incipiente, a un país de una sola persona

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Detrás de las puertas de Palacio Nacional, que al menos desde el domingo 5 están cerradas para el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), pero permanentemente abiertas para los hombres más ricos del país, camina el presidente Andrés Manuel López Obrador, en cuyo gobierno se toman “decisiones a contentillo” frente a la crisis causada por la pandemia del coronavirus.

En este contexto de emergencia, el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra), José Enoch Castellanos Férez, considera que “México pasó muy pronto de una democracia incipiente, que funcionaba con sus carencias, a un país de una sola persona donde las decisiones se toman a contentillo, de acuerdo con filias y fobias e ideologías y dogmas de fe de quien ocupa la silla en el palacio presidencial”.

En entrevista con Proceso, el empresario de origen chiapaneco cuestiona a la autoridad que pretende que no se genere una crisis de empleo, cuando es evidente que las empresas paradas van a tener caídas abruptas en sus ventas. Asimismo deja ver una división entre los empresarios.

“El presidente (López Obrador) tiene un error en querer negociar y apoyarse en los grandes capitales para que impulsen sus teorías y postulados. La economía real la tienen millones de micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes)”.

El dirigente empresarial expone sobre la equivocación del mandatario: “Ellos (los grandes capitales) no le pueden ayudar a sostener el empleo. Es evidente que el empleo que generan sus empresas es insuficiente; siete de cada 10 plazas laborales pertenecen a las pequeñas empresas.

“Creo que lo que estamos presenciando es la rebelión de más mipymes. Esto también puede resultar en que la iniciativa privada se una más, aunque el presidente considere más conveniente o glamuroso reunirse con los grandes capitales.”

ACTUAR SIN EL GOBIERNO

El solitario mensaje de López Obrador en el patio principal de Palacio Nacional, emitido el domingo último, impactó en su relación con la clase empresarial del país.

Por una parte, echó por la borda la propuesta del CCE, presidido por Carlos Salazar Lomelín, que pretendía, entre otras medidas, ajustes en materia fiscal que no exigían la condonación de impuestos, pero sí el diferimiento de éstos para que a las empresas se les facilitara el pago de sus nóminas ante el encierro por la emergencia sanitaria.

El rechazo presidencial provocó la molestia del ex directivo de Fomento Económico Mexicano (Femsa), quien advirtió que el presidente será el único responsable de la caída abrupta del empleo, que ya suma 347 mil plazas perdidas a causa del Covid-19, de acuerdo con la secretaria del Trabajo y Previsión Social, Luisa María Alcalde Luján. Se trata de una cifra que podría acrecentarse si México entrara a la fase tres de la contingencia, pues implicaría el paro total de la economía.

Tras el discurso de López Obrador, el CCE decidió actuar sin el gobierno y convocó a un “Acuerdo Nacional en Favor de México”, en el cual participarían sindicatos, organizaciones sociales y empresariales.

La molestia del Consejo Coordinador Empresarial al rechazo presidencial escaló hasta el tema de la revocación del mandato. El martes 7, en una videoconferencia dirigida a los agremiados que preside, Salazar Lomelín soltó: “Dentro de un año y pico tendremos la posibilidad, porque así lo estableció nuestro Congreso, de hacer una revisión democrática o rechazo del mandato (de López Obrador). Ahí es el momento”.

Pese a dicho señalamiento, el dirigente de la cúpula empresarial no descartó continuar en la búsqueda del diálogo con el mandatario.

Un día después, en esta especie de toma y daca, el político tabasqueño no bajó la guardia y le respondió al presidente del CCE: le anunció el envío de una lista de las 15 corporaciones que le adeudan pagos a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) –incluidas multas y recargos– por 50 mil millones de pesos.

“Hago el compromiso de que ese dinero sería para las Pymes, pequeños negocios, tanto de la economía formal como de la economía informal. Sería una contribución extraordinaria del Consejo Coordinador Empresarial el que nos ayuden a cobrar, eso sería un ejemplo mundial de apoyo, de solidaridad”, agregó el mandatario.

En ese contexto de confrontación con el CCE, López Obrador extendió su disposición al diálogo con BlackRock, la mayor compañía de gestión de activos en el mundo, y le planteó a su presidente, Larry Fink, un plan de apoyo económico similar al “Plan Marshall”, es decir, un mecanismo de recuperación económica que sería aplicado en los países más afectados por la pandemia del coronavirus.

ADVIERTEN MOLESTIA SOCIAL

El lunes 6, un día después de su discurso, el presidente Andrés Manuel López Obrador le abrió las puertas de Palacio Nacional a los hombres más ricos de México: Carlos Slim, dueño de Grupo Carso; Alberto Baillères, de Grupo BAL, y Germán Larrea, de Grupo México.

El martes 7, el grupo de Larrea entregó 8 mil paquetes de limpieza e higiene con gel antibacterial, jabón, cloro, cubrebocas, guantes y termómetro en las comunidades donde opera, e instaló 110 lavamanos en Cananea, Nacozari, Guaymas, Charcas y Santa Bárbara. Además, puso clases en línea de música, activación física y yoga. Muestras de apoyo a la estrategia de López Obrador.

Mientras Grupo México expresaba su respaldo al plan federal, el presidente recibió el mismo martes 7 a un grupo de empresarios de Nuevo León, entre quienes estaban Armando Garza Sada, de Grupo Industrial Alfa; Juan Ignacio Garza, director general de Xignux; Eduardo Garza Junco, de FRISA; Adrián Sada, de Vitro, y Rogelio Zambrano, de Cemex.

Antes de dicho encuentro ya se había publicado un decreto que permitiría a aquellas empresas del acero, cemento y vidrio, que tienen contratos vigentes con el gobierno federal, continuar su producción para cumplir con los compromisos para los proyectos de Dos Bocas, Tren Maya, el Aeropuerto Felipe Ángeles y el Corredor Transístmico.

El mandato se refiere a esas obras como proyectos “esenciales” y a los contratos con la iniciativa privada como “indispensables” para Petróleos Mexicanos y para la Comisión Federal de Electricidad.

Sin embargo, Cemex, al parecer, no esperaba el decreto porque en los inicios de la contingencia sanitaria la cementera anunció que cesaría su producción hasta el 30 de abril, argumentando que “la salud y seguridad de nuestros empleados, contratistas, proveedores, clientes y comunidades es una de nuestras prioridades…”.

En menos de 24 horas, Cemex tuvo que cambiar y anunció que siempre no pararía sus operaciones.

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