Tamaulipas y Jalisco son las entidades donde más personas están en esta condición: 21 mil 50; los que menos: Campeche, Tabasco y Tlaxcala
Excélsior
Ciudad de México.- Sinaloa, Veracruz, Estado de México, Jalisco y Tamaulipas concentran 52.6% de las 73 mil 308 personas desaparecidas y no localizadas en México, de los cuales Tamaulipas y Jalisco suman 21 mil 50 en esta condición.
De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (Rnpdno), que da a conocer la Comisión Nacional Búsqueda (CNB), hasta ayer había 73 mil 308 personas desaparecidas y no localizadas, de ellas sólo Tamaulipas (10,810), Jalisco (10,240), Estado México (7,684), Veracruz (5,018), Sinaloa (4,846), Nuevo León (4,319) y Coahuila (3,131) sumaban 47 mil 88 personas desaparecidas y no localizadas.
Esa cantidad es superior a la que registró hasta abril de 2018 el Registro Nacional de Personas Extraviadas y Desaparecidas (RNPED), que es de 42 mil 998 personas en dicha condición. Según el RNPED, 41 mil 835 personas en esta condición son del fuero común y mil 163 de fuero federal, entre ellos 68 extranjeros.
En contraste, las entidades que menos habitantes están en dicho estatus son Campeche, con 45; Tlaxcala, con 56, y Tabasco, con 113.
En una consulta realizada por Excélsior al Rnpdno, el cual reportaba hasta el mediodía de ayer 73 mil 308 personas desaparecidas y no localizadas, se halló un desfase de 426 personas en el conteo por estado al total de la cifra reportada; es decir, sólo arrojaba 72 mil 882.
En el último reporte de la CNB, dado a conocer el pasado 13 de julio, se registró un total de 177 mil 844 personas desaparecidas, no localizadas y localizadas, mientras que en el reporte del 1 de agosto, se daba un total de 178 mil 474 en dicha condición.
Mientras que el 13 de julio anunció que había 73 mil 201 habitantes desaparecidos y no localizados, ayer registró 73 mil 308; es decir, que en 19 días desaparecieron o no fueron localizadas en el país 107 personas.
De los 73 mil 308, 72 mil 799 personas (99.31%) estaban en calidad de desaparecidas y 509 (0.69%) en calidad de no localizadas.
Para María Guadalupe Aguilar Jáuregui, coordinadora del Colectivo Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos Jalisco (Fundej), esas cifras reflejan el desinterés de las autoridades locales para dar una atención integral a cada caso de desaparecidos y aunque aseguró que en la actual administración federal hay avances y un claro interés, aún falta mucho por hacer, ya que “ponen a gente que no conoce del tema”.
Lamentó que muchas veces que se intenta denunciar la desaparición de algún familiar, de inmediato las autoridades los vinculan con problemas de drogas, y aunque admitió que muchas madres de desaparecidos que confesaron que sus hijos sí consumían, defendió que “independientemente de eso todas las personas tienen derecho a la vida”.
Aguilar Jáuregui dijo que en la mayoría de los casos de desaparecidos, éstos son hallados muertos o localizan osamentas y la satisfacción que tiene como activista es ayudar a decenas de madres a encontrar los restos de sus hijos.
La activista, quien vio por última vez a su hijo en 2011 y a quien sigue buscando, dijo que para muchas madres que hallan los restos de sus familiares enfrentan un “enorme dolor, porque los encuentran muertos, y el único consuelo que les queda de haberlos encontrado es que tendrán un lugar donde llorarles”.
Reprochó que de nada sirve tener fiscalías especializadas en la Búsqueda, Localización e Investigación de Personas Desaparecidas, comisiones estatal y nacional de Búsquedasn si las mismas autoridades “no paran ni detienen la delincuencia, las cifras de delitos”.
Criticó que la Secretaría de Gobernación sólo hace ruido unos días y después se olvida.
“A mí no me interesan sus cifras, a mí lo que me interesa es saber ellos a cuántas personas han encontrado”.
Señaló que los datos que dan las autoridades sobre las personas en esta condición “están muy lejos de la realidad, porque para saber cómo está la situación se necesita participar en un colectivo o en las fiscalías de Desaparecidos, donde las cifras están al día”.
Ante ello, llamó a las autoridades a realmente cumplir con las promesas y dar presupuesto para la búsqueda de los desaparecidos.
El crimen le arrebató a tres de sus hijos
En 2017, tres jóvenes fueron secuestrados; la madre de las víctimas acusa desinterés de autoridades.
Este 30 de agosto de 2017 se cumplirán tres años de que los tres hijos de la señora Guadalupe Valle, Francisco Xavier Espinosa, de 26 años; Jesús, de 27, y José Cruz, de 29, fueron secuestrados en Reynosa, Tamaulipas.
Cerca del mediodía de esa fecha, Francisco Xavier Espinosa Valle se encontraba en su trabajo, en compañía de su novia, quien le llevó el lunch, cuando varios hombres llegaron en dos camionetas y se los llevaron.
Un testigo narra que los sujetos le preguntaron si conocía a Francisco Javier y al indicarles dónde se hallaba ingresaron y se los llevaron, además de los vehículos de la pareja.
Más tarde, un amigo de Francisco llamó a los hermanos de éste para decirles que se habían llevado a Francisco, por lo que Jesús y José fueron en su búsqueda, “pero ya no regresaron”, narró la señora Guadalupe.
“Mis tres hijos se fueron a trabajar a Reynosa, Tamaulipas, y un mes antes de su desaparición ellos se llevaron a su hermana. El día del plagio, los secuestradores llamaron a mi hija y le pidieron un millón de pesos de rescate por los tres. Ella me dio aviso y tuve que salir de inmediato desde la Ciudad de México, pese a que estaba hemodializada y padecía de la vista. Sin embargo, los sujetos no volvieron a llamar y ya no supimos nada de mis hijos.
“No denuncié a los criminales porque estaba atemorizada y me regresé a la CDMX. En febrero de 2018 regresé a Reynosa y levanté un acta. Sin embargo, hasta la fecha me siguen teniendo dando vueltas y no me han dado una respuesta. La licenciada Cecilia Ordoñez, de la Fiscalía en Reynosa, siempre me decía que ya iban a avanzando, que pronto se esclarecería el caso. Ahora, cuando la busco, ya no me atiende ni las llamadas”.
Sobre la novia de Francisco, quien era casada, Guadalupe narra que hace un año fue vista por testigos comiendo un helado con su esposo, quien es originario de Estados Unidos, Sin embargo, la policía acudió a buscarla a su domicilio, pero ya no vivía ahí. “Lo más extraño de todo es que no hay acta que denuncie de la desaparición de la novia”.
Guadalupe llama a las autoridades a voltear a ver su caso y que la ayuden a buscar a sus hijos, pues actualmente atraviesa una difícil situación económica y le fue trasplantado un riñón.
Desaparición de su hijo le abrió la puerta al activismo
Guadalupe Aguilar entendió que si quería encontrar a su hijo ella misma tendría que hacerlo, pues no había interés de las autoridades.
José Luis Arana, de 34 años, desapareció el 17 enero de 2011 en Tonalá, Jalisco. Su madre, María Guadalupe Aguilar, cree que se trata de una desaparición forzada cometida por policía municipales.
Luego de presentar una denuncia por la desaparición de Pepe, como ella le llama, se da cuenta de “la ceguera y sordera de las autoridades. Les rogaba que salieran a buscar a mi hijo. Dormí las primeras noches en las fiscalías y pese a ello nunca hubo interés de las autoridades”.
Guadalupe explica que éstas le dijeron que si quería encontrar a su hijo tenía que hacerlo por sus propios medios.
Y así inició el viacrucis, buscó con amigos, conocidos, en carreteras y nada, nadie daba cuenta de Pepe, quien estaba casado y tenía dos pequeñas que lo esperaban en casa.
En abril le hablaron de un corralón de Manzanillo, Colima, y le avisaron que tenían el vehículo de su hijo . Por lo que viajo de inmediato. Sin embargo, se cruzó con la burocracia y no le permitieron ver el vehículo ni le dieron acceso a la carpeta de investigación.
“Tuve que sobornar a quien cuidaba los autos para poder ver el vehículo de mi hijo. Me permitió entrar en la noche y verifiqué que efectivamente era su vehículo”.
Al día siguiente me voy a Colima y logro hablar con la procuradora, quien fue quien me abrió las puertas, porque me dijo qué es lo que tenía que hacer”.
El vehículo lo tenían resguardado por delito federal, pues lo utilizaron para matar a unas personas y hallaron droga”.
Guadalupe narra que entre su ir y venir conoció a Javier Sicilia en la CDMX y descubrió que “eran muchas las madres que buscaban a sus hijos.
En 2013 inició el colectivo Familias Unidas por Nuestros desaparecidos en Jalisco (Fundej).
“Meses después cayó un criminal de una banda que declaró que ubicaba a mi hijo, pero después descubrí que fue obligado a declarar por el líder de la banda: un mando policial de Tonalá, quien luego fue procesado por un secuestro, aunque en 2016 salió de la cárcel pese a que había sido condenado a 40 años.
Ante ello, Guadalupe asegura que no confía en las autoridades, porque en México, simplemente, no hay justicia.
Salió de casa y ya no volvió
Padres de Nora acusan que antes de la desaparición, su hija se reunió con su exmarido, quien tenía antecedentes violentos.
XALAPA.— A punto de cumplir nueve meses de la desaparición de Nora Liz López Saldívar, una joven estilista, su familia no ha recibido una sola respuesta lógica por parte de las autoridades que tomaron este asunto como otro más y, hasta la fecha, no hay avances o indicios que les indique dónde podría estar.
Claudia Ivonne Saldívar, madre de Nora, tiene razones para pensar que a su hija le hicieron daño. Había vivido una relación violenta con el padre del hijo que esperaba.
La noche del 11 de noviembre, Nora llegó a la casa de su madre para pedirle que cuidara a su hija, una niña de 5 años, ya que ese día se había citado con su exmarido, Irán Hernández, en la casa que ambos habían compartido y que ahora sólo habitaba la joven con su pequeña hija.
La abuela, al día siguiente, llevó a la niña al jardín de niños; su hija no se comunicó con ella y no le extrañó, pues pensó que estaría ocupada en su trabajo, en una estética.
Lo que sí le inquietó fue que, por la tarde, una profesora del jardín de niños de su nieta le pidió pasar a recogerla porque la madre no había llegado por ella. La abuela fue por la niña y comenzó a buscar a su hija, pasó un día completo sin poder comunicarse con ella, su teléfono sí sonó, pero luego ya no.
La familia de la joven buscó al exmarido, quien reconoció haber estado con Nora Liz la noche del 11 de noviembre, pero que, al día siguiente, salió de la casa alrededor de las 7:30 y no volvió a saber de ella.
La madre de Nora aseguró que quien se adelantó a denunciar la desaparición fue su exyerno y cuando ella intentó pedir informes se los negaron, asegurándole que sólo le informarían al titular de la denuncia, quien especificó que sólo a él le dieran datos. La pareja sólo duró casada 10 meses, y aunque previamente vivieron juntos dos años, hubo violencia y por eso ocurrió la separación.
En la carpeta de investigación hay una amplia declaración del exmarido que aseguró que se había separado de Nora por una presunta infidelidad de ella; la madre asegura que no, que su hija le confió que Irán se había puesto violento, le destrozó parte del mobiliario en su casa y se había llevado una computadora portátil. Ignora cuál era el motivo de un encuentro entre ambos.
Desde ese tiempo a la fecha, la familia de Nora Liz no ha podido saber nada sobre los avances de la investigación y la esperanza de que la policía rastreara la sábana de llamadas de su hija, antes de su desaparición, se ha desvanecido porque tiene noticias de que en la investigación ministerial abierta sigue sin existir ese informe.
Lo que más le angustia a Claudia Ivonne es que, de acuerdo con un ultrasonido, fechado en octubre de 2019, que encontró en la estética de su hija, ella tenía un embarazo de aproximadamente cuatro meses al momento de su desaparición y para la primera semana de mayo estaba previsto el alumbramiento. Aseguró que si sólo se hubiera ido, Nora no hubiera abandonado a su hija y reiteró que la obligaron a desaparecer.
Madre suplica a plagiarios que le regresen a su hijo
CIUDAD VICTORIA.— “Soy una madre que no ha encontrado respuestas. No hay, ni siquiera, un rastro de él. Estoy muy desesperada, ya no sé qué pensar”, son las palabras de ruego que fueron pronunciadas por Anabel Garza, una madre de familia del municipio de San Fernando, Tamaulipas, que implora la liberación de su hijo de 14 años, quien fue secuestrado por un comando armado y a quienes les pagó su rescate.
Anabel, junto con su esposo, Luciano Leal, buscan por cielo, mar y tierra a su hijo Luciano Leal Garza, desaparecido el 8 de julio cuando viajaba en una camioneta de la familia y circulaba por la plaza principal de San Fernando.
Los habitantes, conocidos y gente que empezaron a conocer del caso claman su liberación mediante mensajes que han compartido miles de veces en las redes sociales.
“Dénmelo por favor, devuélvanme a mi hijo, día y noche espero a mi hijo. Les entregue lo que necesitaban, pero no me han entregado a mi hijo, es el único que les pido”, súplica la madre de familia.
La señora apela al poder de Dios, al confiar que los plagiarios se arrepientan y toquen sus conciencias para que den fin a la pesadilla que vive la familia.
“Él no merece estar en ese lugar, él no merece un día más ahí. Por favor, necesito que entiendan, que comprendan el error que cometieron y que me devuelvan a mi hijo, es lo único que pido”.
La búsqueda del menor inició 48 horas luego de que la familia dio a conocer la pesadilla que estaban viviendo y que las autoridades no han dado respuesta a la denuncia penal que interpusieron.
A temprana hora acudieron a la base de la Marina para pedir a los oficiales el apoyo. El abuelo del niño se hincó para implorar que muevan todo su equipo para localizarlo.
Anabel Garza agradeció a los habitantes el apoyo incondicional que le han dado, pero lamentó que aun con eso no ha sido suficiente para tener de vuelta a Luciano.
Tamaulipas es un estado donde el narcotráfico sentó sus reales y San Fernando es uno de los municipios más violentos en el que aún se guardan historias de horror, como la ocurrida en el 2010 con la matanza de 72 migrantes y la existencia de cientos de fosas clandestinas durante la narcoguerra entre el Cártel del Golfo y Los Zetas, ahora unidos para pelear contra su escisión, el Cártel Del Noreste.