Por Esteban Espinoza Hernández
En un ambiente político donde las tensiones y rivalidades son moneda corriente, el reciente reclamo de Marcelo Ebrard ha sacudido el escenario político de México. El exfuncionario ha alzado la voz contra el proceso sucesorio de la Gran Encuesta de Morena, en lo que algunos interpretan como un desafío directo a la candidatura de Claudia Sheinbaum. Sin embargo, este gesto no es solo una disputa interna; es un movimiento que podría tener repercusiones significativas en el futuro político del país.
Es comprensible que Marcelo Ebrard, como figura importante en la política mexicana, busque preservar su relevancia y el legado de su carrera. Sin embargo, este acto de confrontación podría no ser bien recibido por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, cuyo liderazgo en Morena es incuestionable. Aunque el reclamo de Ebrard puede ser considerado como una estrategia para mantenerse en la conversación política, no se debe subestimar la importancia de la unidad en el partido ni festejar triunfos “pírricos” que podrían ser tan amargos en el 2024 ,si se conjugan los actores políticos y se dividen las tribus.
El Presidente ha sido un firme defensor de Claudia Sheinbaum, y cualquier desafío a su candidatura podría ser visto como un acto de insubordinación a su cacicazgo que lo llevó al poder y que ahora ejerce sin miramientos y con plena confianza de un adoctrine partidario . La lealtad a los principios del partido y a sus líderes es fundamental en la política, y Ebrard podría encontrarse en terreno peligroso si no maneja esta situación con cuidado.
El riesgo de que esta confrontación afecte la cohesión interna de Morena es evidente. Un partido dividido no solo debilitaría su capacidad para enfrentar los desafíos políticos, sino que también podría socavar la confianza del electorado en el proyecto de la Cuarta Transformación. Es crucial recordar que la fortaleza de un partido radica en su capacidad para mantenerse unido y trabajar hacia un objetivo común.
La Gran Encuesta diseñada para camuflar el Gran “Dedazo” fue aboyada por el mensaje de Ebrard, emitido desde el hotel Bel Air, cerca del World Trade Center en la Ciudad de México, se produjo en un momento en que se lleva a cabo el conteo de las boletas, y marcó una instancia crítica en el proceso de selección del partido oficial en México.
La base de la preocupación de Ebrard radica en el alto número de incidencias que han plagado este proceso. Con el 14.4% de las urnas invalidadas, equivalentes a alrededor de 310 cuestionarios anulados de 2,360, es evidente que algo no ha funcionado como se esperaba. Si bien el político morenista no está acusando directamente de fraude, está llamando la atención sobre deficiencias que podrían poner en duda la validez de los resultados finales.
La solicitud de invalidar y repetir la encuesta no es un llamado a la anarquía o al desorden, sino un llamado a la transparencia y la democracia. La democracia se basa en la confianza en que los procesos electorales sean justos y equitativos. Cuando surgen dudas legítimas sobre la integridad de una elección, es responsabilidad de todos abordarlas de manera abierta y responsable.
En su declaración, Ebrard destacó su lealtad a las personas que forman parte de Morena y subrayó su compromiso con los ideales del partido. Su llamado a la invalidez de la encuesta no se trata de intereses personales, sino de salvaguardar la credibilidad de Morena y de garantizar que el partido continúe siendo un bastión de la democracia y la justicia social.
El llamado de Ebrard se produjo después de que algunos de los representantes de su equipo afirmaran haber sido agredidos por la policía al intentar acceder al salón donde se llevaba a cabo el conteo de las boletas. Esto agrega una dimensión adicional de preocupación y resalta la necesidad de una investigación completa e imparcial de los acontecimientos.
La dirigencia de Morena, por su parte, ha descartado la existencia de eventualidades que cambien significativamente los resultados del proceso interno. Sin embargo, la llamada de Ebrard debería servir como un recordatorio de que la democracia es un valor fundamental que debe ser protegido y nutrido en todo momento.
En última instancia, este episodio en la vida de Morena subraya la importancia de mantener la integridad y la transparencia en todos los procesos democráticos. La petición de Ebrard debe ser abordada con seriedad y rigurosidad, no solo para garantizar un resultado justo en este proceso interno, sino también para reafirmar el compromiso del partido con los principios democráticos que se espera que defienda.
La democracia prospera cuando se cuestiona y se corrigen las imperfecciones. Es responsabilidad de todos los involucrados, desde los líderes hasta los votantes, asegurarse de que la voz del pueblo se escuche de manera justa y clara. La llamada de Ebrard es un llamado a la reflexión y la acción, y debe ser tomada con la seriedad que merece.
En resumen, el panorama político en México se vuelve cada vez más intrincado, con desafíos internos y externos que requieren un manejo cuidadoso y una búsqueda constante de equilibrio entre la eficiencia y la protección de los derechos ciudadanos. La política es un campo en constante evolución, y las decisiones tomadas hoy tendrán un impacto duradero en el futuro del país.
hasta la próxima.