Esta es la frontera sur, la puerta de acceso a miles de centroamericanos que pretenden llegar a Estados Unidos; pero también es la esperanza de otros que deciden quedarse en territorio nacional
Esta es la frontera del sur, la puerta de acceso a miles de centroamericanos que se internan en territorio mexicano para, como sea, llegar a Estados Unidos; pero también es la esperanza de otros tantos, que deciden quedarse a radicar en México, ya sea legal o ilegalmente.
Como Gabi, quien huyó de su país al ser víctima de amenaza de muerte, por no pagar derecho de suelo en su estética, y por ser homosexual; si le llega una amenaza, su cabeza queda en una parcela y su cuerpo en un río, ‘cuando uno es gay, allá lo maltratan mucho’.
“Yo deseaba estar en mi país, hacerme anciana. Nunca pasó por mi mente estar en otro lado… entonces vine aquí y empecé de cero, durmiendo en el suelo, días sin comer. Eso es bien duro”.
Esta es la realidad del indocumentado: dejarlo todo para volver a comenzar. La historia de Camila es similar, pues tuvo un atentado en Honduras; le cayó una bala perdida, producto de una riña de los maras, quienes estaban extorsionando al sitio de taxis donde ella simplemente esperaba su transporte.
“Me da miedo porque yo sobreviví y ellos pueden pensar que yo puedo hablar. (Por eso huyo y se refugió en el país). Mi sueño es radicar en México, trabajar, hacer mi vida normal como en Honduras, de donde yo nunca pensé salir. Incluso tenía mi buen trabajo, mi buen sueldo, no tenía necesidad de salir de mi país”.
Pero ellas no son las únicas que han cambiado el American Dream por el mexicano.
El mes de enero de este 2017 hubo un incremento del 20 por ciento de las personas que ya no pensaban ir a Estados Unidos, por la política migratoria de Donald Trump. La gente que buscar trabajo aquí, en territorio mexicano, y busca hacer su unidad familiar.
Aunque, desde antes, ya había cientos de migrantes establecidos en México, como el ‘Pillu’, guatemalteco que, tras dos años de esfuerzo constante, vendiendo tacos en un modesto puesto en la esquina de su casa, logró superarse y poner su propio restaurante de mariscos.
Gracias a Dios aquí me ha ido mejor, hasta ya estamos legales en este país. (Lleva una gran sonrisa): si esta semana me dieron mi residencia”.
Hay mexicanos que se sienten orgullosos de tener migrantes exitosos en nuestra tierra, asegura, el mexicano Jorge Menez: ¿Para qué desecharlos si ellos vienen a trabajar? Son bienvenidos y bienvenidas.
Este es otro ejemplo: un joven despachador de plásticos, quien dice no haber venido a México a robar ni a pedir limosna, sino a buscar sustento de manera digna: ‘No somos ni delincuentes porque acá venimos a trabajar honradamente’. Tan honradamente como Narcio, quien montó su propia verdulería y se trajo a su familia para disfrutar con ellos la multiplicación de sus sueños.
“Soy de Guatemala. Me ha gustado México, y mi intención es seguir luchando y, si Dios lo permite, comprarme un terreno aquí, en México, vivir en México, porque es muy bonito”.
Todos ellos han tenido suerte de no ser regresados a sus países de origen, a raíz del plan Frontera Sur, que posicionó a Chiapas como el verdadero muro. Como asegura Raíl Vera, sociólogo: ‘el muro que anuncia Trump es un icono. Físicamente va a existir, pero la contención comienza en la frontera sur, en el Suchiate (municipio fronterizo de la región del Soconusco, Chiapas).
En el 2016, México deportó a 147 mil migrantes centroamericanos a un ritmo de 293 diarios, fuerte cifra si se compara con los 96 mil mexicanos que fueron deportados por el gobierno de Estados Unidos.
Escrito por AGENCIAS