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Las lágrimas se secan, el nudo se queda… y ese ¿Quién lo desata? Marcela Zapata

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Ir a las marchas es experimentar un poquito del dolor que pasan las familias, es ir a compartir un día del dolor y sufrimiento de la ausencia que se genera, a quienes por ser mujeres ya no están.

En este gobierno y aliados, el sector que más ha sido golpeado es el de las mujeres.

En salud, en educación, en estancias, en seguridad, en desarrollo social y económico.

Todos esos rubros castigan fuertemente a la mujeres, ya no necesitan ser jefas de familia para ser afectadas, ya por el simple hecho de ser mujer, vas dentro del paquete.

Falta de oportunidades, ausencia de políticas públicas y defensores de las causas; dominan a estos gobiernos con cierto hedor a misoginia.

Si hay más espacios en el gobierno destinados para mujeres, pero no son ellas quienes realmente actúan, no son ellas sin un quién, a su lado. Ellos no hacen equipo, ellos mantienen su nivel jerárquico.

Por supuesto que mencionó las excepciones, las aplaudo fuertemente y las reconozco, siendo ellas quienes me motivan a seguir persiguiendo la lucha social.

¿Pero quien desata los nudos? Aquellas familias, amigos y colegas, que sufren la pérdida de aquella mujer.

Somos una sociedad en duelo, un país que aunque no lo dice, duramente podrá superar la pérdida de casi 11 mujeres a diario.
El silencio u omisión denota la falta de rumbo, la falta de empatía y la falta de fraternidad. Los gobiernos no tienen porque ser de hierro e indolentes. Pero para poder ser dolientes tienen que aceptar su derrota y eso en el patriarcado, es difícil de entender.

Entonces, ¿A quién le importa un vidrio, cuando el nudo no hay quien lo desate?

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