Errores en la precampaña de un candidato débil
CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- A un mes de iniciada su precampaña por la Presidencia, y con los sondeos de opinión en su contra —lo colocan en tercer lugar, detrás de Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya—, comienzan a circular versiones de que José Antonio Meade Kuribreña podría ser sustituido como abanderado del PRI por su coordinador de campaña, Aurelio Nuño.
Su discurso no ha pegado en la opinión pública y tiene dificultades con los militantes del PRI para identificarse como su precandidato, pese a que les pidió “háganme suyo”, en su primer acto de precampaña.
Las versiones de que podría ser sustituido antes de que venza el plazo de registro para los candidatos presidenciales comenzaron a circular los primeros días de este año. Pese a ello, el pasado lunes 8, en una entrevista en televisión, Meade rechazó que vaya a ser remplazado por un “candidato emergente”.
Javier Lozano, vocero de la precampaña de Meade, le asegura a Proceso que el ex secretario de Hacienda está firme para ser candidato presidencial y rechaza las versiones de que Nuño lo sustituiría en febrero.
“¡Esa es una barbaridad! ¡Es una estupidez! Es algo que lo vienen alimentando los otros precandidatos. Si, como ellos dicen, vamos a la baja, que no levanta la campaña, que va a haber sustitución de candidato, no tendrían por qué ocuparse un minuto de nosotros. En cambio, todos los días están hablando del mismo asunto, porque saben que el verdadero rival a vencer es Meade, porque Anaya se va a quedar en tercer lugar”, dice tajante.
Sin embargo, estrategas de campaña, encuestadores y especialistas en temas electorales advierten que el abanderado del PRI no ha logrado identidad política ni de imagen, además de que su discurso no incide, razones por las cuales se proyecta como un aspirante débil, estancado en el tercer lugar de las preferencias, detrás de Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya.
Sin identidad
Francisco Abundis, director de Parametría, precisa que en un mes no cambian mucho los porcentajes de percepción ciudadana de los principales aspirantes a la Presidencia, que han sido sometidos a estudios demoscópicos desde junio del año pasado. Y señala que el reto de la campaña de Meade sigue siendo la identidad.
“¿Cómo le haces para comunicar que no eres priísta, que eres un candidato ciudadano o independiente o como se le quiera llamar, con otros valores, cuando la gente lo sigue viendo como el candidato del PRI? Esto es un dilema”.
—¿Un dilema de identidad? —se le pregunta a Abundis.
—Es de identidad y es de vinculación con una administración. Meade podrá tener la ventaja de que no es la única administración con la que ha trabajado, lo cual podría servirle para desmarcarse. Pero eso es un juicio más elaborado, con información más detallada y no sé si el elector o el público tenga la paciencia para hacer esos deslindes.
“La gente se mueve por la gran foto, por la imagen, por lo que dice el candidato, por lo que propone o representa, y no creo que los candidatos opositores dejen de decir que Meade es priísta. Es claro el dilema que tiene”, indica el especialista en políticas públicas y asuntos internacionales, con posgrados en las universidades de Oxford y Columbia.
Al respecto, Lozano admite que no ha sido fácil posicionar a Meade como candidato de un partido que ha tenido un enorme desgaste por los escándalos de corrupción y con un presidente que tiene el mayor porcentaje de desaprobación ciudadana desde la administración de Ernesto Zedillo.
RETO GRANDE
“El reto es muy grande para que pueda decir que el PRI tiene una parte muy positiva, que es un partido que ha forjado instituciones democráticas, republicanas, que generan incertidumbre para la inversión, que haya una auténtica división de poderes, que nazcan órganos autónomos de Estado.
“También que Peña es un presidente que en los primeros años —ahorita lo rechaza Anaya que es un hipócrita y repudia todo lo que huela a PRI— fue capaz de lograr los acuerdos para sacar todas las reformas que estaban pendientes desde hace 25 o 30 años”, señala Lozano.
Darío Mendoza, consultor político y estratega de procesos electorales, director de BlitzDigital, afirma que aunque arrancó con una alta expectativa –al ser el menos conocido podía crecer–, la precampaña de Meade empezó con una debilidad en el mensaje, pues carece de identidad política y no tiene experiencia en campañas.
“Meade, al ser el desconocido en el PRI, podía crecer de manera favorable, pero lo que hemos visto es que tanto en sus mensajes como en los promocionales le faltan fuerza e identidad; percibo que hay muchas voces que lo asesoran y no se ponen de acuerdo, por eso no termina de cuajar en mostrar quién es”, dice Mendoza, quien ha colaborado como consultor en campañas en México y Centroamérica.
Asesor político en el gobierno de Vicente Fox, destaca la importancia de que Meade logre una identidad política propia, que sea él mismo; porque, de no hacerlo, le va a costar comunicarse.
“Por ejemplo, al arrancar quedando bien con el PRI, que es parte de la precampaña, en realidad se le ve incómodo porque no es un priísta típico, y al ponerse a gritar en los mítines de los sectores corporativos se ve como un político antiguo. Es entonces cuando muestra un problema de falta de identidad”, señala.