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Un misterio la muerte de la modelo colombiana en México

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Han pasado seis días desde que Stephanie Magón apareció desnuda frente a su casa y las autoridades no se ponen de acuerdo sobre las causas de su fallecimiento.

Stephanie Magón Ramírez trabajaba para la agencia New Icon Model en México. (facebook.com/Stephanie Magon)
Stephanie Magón Ramírez trabajaba para la agencia New Icon Model en México. (facebook.com/Stephanie Magon)

Agencias
CIUDAD DE MÉXICO.- En México varios crímenes quedan en la impunidad. Bien sea porque no se denuncian o porque las autoridades nunca encuentran a los responsables. A esto último apunta el sonado caso de una modelo colombiana encontrada muerta, desnuda, en una colonia icónica de la Ciudad de México. Esta es el reportaje en torno al caso que publica el sitio web de El País

En la colonia Nápoles, un barrio de clase media alta de la Ciudad de México, hay unas flores incómodas. Rosas frescas, amarillas y verdes. La pequeña maceta decora el lugar donde el pasado sábado se encontró el cadáver de Stephanie Magón Ramírez, de 24 años, desnudo frente a su casa, sobre el asfalto.

Ningún vecino quiere asociar la aparente tranquilidad de su colonia con un suceso tan morboso. Una mujer pone fin rápidamente al tormento: agarra el florero y lo arroja sin pensar al camión de la basura. Y aquí no ha pasado nada. Pero las preguntas sobre la muerte de la joven colombiana siguen siendo un misterio siete días después.

El martes, el presidente del Tribunal Superior de la capital, Edgar Elías Azar, sentenciaba sin preámbulos: “Son lesiones proferidas, o sea, la mataron a golpes”.

Las primeras investigaciones señalaban que la modelo que había llegado a México en busca de una vida mejor había acabado frente al portal de su casa con las costillas rotas, la mandíbula y el cráneo fracturado y sin algunos dientes. Los que le faltaban no se encontraban junto al cuerpo, cuentan fuentes de la Policía capitalina. El hecho de que estuviera desnuda en el momento de su muerte, además de las numerosas lesiones, llevó a pensar al magistrado que se trataba de un feminicidio.

Pero la investigación ha dado un giro proporcional a la brusquedad con la que la vecina se deshizo de las flores. La fiscalía capitalina ha concluido que la joven se cayó de su azotea y que no hay ninguna evidencia de “lucha, defensa, forcejeo o sometimiento”. Así, de un solo golpe, la joven colombiana procedente de Cali ha pasado de ser víctima a culpable de su muerte.

La Cancillería de su país natal no está, sin embargo, muy convencida con la resolución y señalan que el cuerpo no será repatriado hasta que no se esclarezcan definitivamente las causas.

El cuerpo de la modelo sigue en México hasta que las autoridades colombianas estén conformes para su traslado

“No hay ninguna duda: estaba drogada y se cayó”, cuenta uno de los directivos de la agencia de modelos para la que trabajaba en México, New Icon Model, que no quiere dar su nombre.

“La chica salió la noche anterior de fiesta, la vieron muy mal en un baño y cuando la llevaron a casa estaba tan ebria que se cayó de su azotea”, detalla el jefe.

Daniela, una chica que la vio, supuestamente, en los baños de una discoteca la noche del viernes dijo que “la conocía pero no sabía con quién iba” y que “estaba desnuda”.

La agencia se encuentra en uno de los barrios de moda de la capital, pero sus oficinas parecen de otra dimensión. La entrada es oscura, de madera, y está flanqueada por un letrero de neón rosa. No permiten el acceso a nadie externo.

Desde que ocurrió lo sucedido, algunos medios locales han apuntado a la empresa como posible culpable. En su página web desfilan chicas de todas las nacionalidades y anuncian una próxima audición en Venezuela y Colombia.

Magón era de un barrio muy humilde de Cali. No era conocida allí hasta el momento de su muerte. Su marido, Anthony Marlon, que cuida en Colombia de su hijo de 4 años, ha insistido en que ella “no tenía problemas con nadie”.

 

Magón tenía un contrato para trabajar durante seis meses en México como modelo de “fotos, pasarela, comerciales” y llevaba desde mayo viviendo en la capital del país. La última vez que hablaron, el pasado jueves, le dijo que iría a presentarse a una audición.

“El viernes no hablamos y en la madrugada del sábado recibimos la noticia. No sabemos qué pasó”, ha señalado a los medios colombianos Marlon, a quien conocen en Cali como DJ Anthony.

“Era alguien en busca de reconocimiento y este le llega al final de su vida. Esto es lo que me parece que le pasó a ella”, dice Jhonatan Leal, un fotógrafo que trabajó con Stephanie meses antes de que se fuera a vivir a México.

Magón era de un barrio muy humilde de Cali y no era conocida allí hasta el momento de su muerte

Leal explica por teléfono que “tenía ganas de salir adelante, trabajaba mucho y casi siempre se le veía acompañada de su esposo. Él la llevaba, la recogía. Eran muy unidos”.

Magón vino a México como modelo, pero lo que ella quería era salir en televisión. Según las versiones de sus amigos, el plan de Stephanie era terminar sus estudios en el Instituto Nacional de Telecomunicaciones, una entidad que forma a futuros locutores radiales y presentadores de televisión. Allí, Stephanie había empezado a estudiar, pero ante la propuesta de viajar, había suspendido su formación.

“Quería retomarla aquí, tenía muchas ganas, le encantaba la tele”, cuenta vía telefónica una de sus amigas en México, Sharon Núñez, de la misma agencia.

Sus compañeras explican que están conformes a lo que dice la fiscalía. “Ella no se drogaba, eso lo sabemos, jamás la vimos ebria. Pero esa noche le tuvieron que dar algo fuerte. Ella tenía mucho calor y por eso se quitó la ropa. Se pondría a bailar porque le encantaba y se cayó desde la azotea donde vivía”, explica Núñez.

“Si uno se fija bien, es imposible que al saltar desde la azotea acabes en medio de la carretera. Lo lógico es que termines en la banqueta. Para avanzar tantos metros habrías tenido que tomar impulso”, explica detalladamente una vecina de la calle que se encarga además de la limpieza del edificio contiguo al de la víctima.

Otro vecino de una casa cercana apunta que cuando la vio en el suelo tenía golpes en el rostro, por el lado donde no se había caído.

Magón rentaba una habitación de servicio en el último piso en un espacio acondicionado en la azotea sin cocina. La mensualidad ronda los cinco mil pesos (unos 266 dólares), según cuenta la señora de la limpieza.

Frente al edificio, a poco más de un metro del límite de la terraza desde donde se pudo caer, hay un árbol inmenso y los cables de la luz circulan sobre la acera. “Si se hubiera caído el árbol la hubiera frenado o los cables. Si es así, esquivó todo y encima cayó más adelante, es muy raro”, concluye un vecino de la casa de al lado.

En la calle donde vivía casi todas las casas tienen en su portal cámaras de seguridad privadas que apuntan hacia afuera. Muchos se preguntan por qué no se revisan. La fiscalía no da más explicaciones: todo se debió a una “precipitación”.

En los resultados de la necropsia no han señalado que hubiera tomado drogas. Su cuerpo sigue en México hasta que las autoridades colombianas estén conformes para su traslado. El misterio sigue rondando la muerte de Magón.

(Con información de internacional.elpais.com)

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